Lo que hay que tener en cuenta para comenzar a emplazar esta materia en los espacios, es el color. Esto nos exige relevar nuestros lugares detalladamente.
Con el mimbre obtenemos colores arena y tierra, propio de su organicidad. Es usual verlos asociados al color blanco o tonos similares, como los pasteles; con los cuales dan un sentido de tranquilidad, naturalidad y armonía. Sin embargo existen colores de contraste, utilizado para remarcar o resaltar el objeto, de tonalidad clara, cómo es el color negro, verde oscuro, fucsia y azul.
Otra forma de abordar la decoración es regulando la luz y sombra con los producto. Para implementarlo debemos centrarnos en el espacio y preguntarnos: ¿Para que lo vamos a utilizar? ¿Cuál es su fin?
En el diseño hay pautas generales que nos ayudarán a guiarnos. En los lugares denominados “de reposo” no es necesario contar con mucha luminosidad artificial. Es allí donde colocaremos portalámparas, veladores, cortinas de junco y objetos que aporten a la quietud y al confort. No es así en los espacios de gran concurrencia y actividad, estos requerirán de más luminosidad, y tendrán a colocar, en menor cantidad, objetos asociados a su fin.